Thursday 28 August 2008

Aterrizajes del Presidente

Relaciones nacionales e internacionales

Paradojas de la política boliviana: el presidente Evo Morales no puede aterrizar en algunos aeropuertos de Bolivia, pero en cambio lo reciben con los brazos abiertos en todo el mundo. Los obtusos y microscópicos cerebros de las “juventudes” unionistas (grupos paramilitares de choque en Santa Cruz y Beni) creen que le hacen un gran mal al gobierno impidiendo que los funcionarios del Estado se desplacen por el territorio nacional, como es su obligación.

Ya lo hemos escrito otras veces, es una barbaridad que el presidente, sus ministros, y otros funcionarios del Estado no puedan recorrer el país y visitar cualquier punto del mapa de Bolivia. La autoridad del gobierno central se extiende sobre la totalidad del territorio, y resulta un absurdo que la soberanía sea violada desde adentro por falanges de cavernícolas. No es un tema de que Evo o cualquier del gobierno le caiga bien o mal a los ciudadanos de un pueblo equis o zeta. El tema aquí es que impedir la circulación de cualquier ciudadano por el territorio nacional, y más aún la de un presidente constitucional, constituye una violación de los derechos humanos –en el primer caso, y un atentado a la seguridad nacional -en el segundo. En ambos casos los causantes de semejantes atropellos deberían ser perseguidos y enjuiciados con todo el peso de la ley.

Los cerebros microscópicos no sólo son una característica de los molestos mosquitos de las “juventudes unionistas” que empuñan palos en lugar de libros, sino también de algunos parlamentarios que fueron elegidos para representar al pueblo. Uno de ellos, que responde al nombre de Roger Pinto, de la bancada de PODEMOS (partido que cada vez “puede-menos”), critica al presidente por su viaje a Libia y a Irán, con el manido argumento de que Libia “tuvo un pasado de financiamiento al terrorismo” y que Irán “está confrontado con toda la sociedad internacional” (lo cual es una mentira grosera). Pinto no merece en realidad ningún comentario hasta que maduren sus pocas células grises, pero el tema de las relaciones internacionales de Bolivia, si.

Bolivia, como cualquier otra democracia, tiene todo el derecho del mundo –derecho basado en instrumentos internacionales- de mantener relaciones diplomáticas y económicas con cualquier nación, y el presidente boliviano tiene todo el derecho de atender las invitaciones oficiales que le hagan sus homólogos de cualquier país.

Los argumentos de “terrorismo” para no establecer relaciones con un país o para no visitarlo, son de muy poca seriedad si analizamos el mapa de las relaciones internacionales. Estados Unidos, para empezar, mantiene relaciones diplomáticas con la mayoría de los países del mundo, a pesar de que Estados Unidos es un país que ejerce el terrorismo de Estado, como lo prueba su historia. La potencia del norte ha intervenido militarmente más de cien veces en países de todas las regiones del mundo. Además de las intervenciones abiertas, ha entrenado y financiado organizaciones terroristas, y en acciones encubiertas de sus agencias de inteligencia ha cometido asesinatos políticos, secuestros y atentados. A todas luces, Estados Unidos es el paradigma de Estado que ejerce el terrorismo con la mayor impunidad.

Entonces, resulta una estupidez salida de cerebros de mosquito, pretender que las relaciones internacionales se guían por los parámetros de “terrorismo” o de “respeto a las libertades”. Las relaciones internacionales son un tema político y económico. Un tema político porque a las grandes potencias le interesa tener un pie de playa en todas las regiones y un tema económico porque los países más empobrecidos, como Bolivia, no pueden darse el lujo de mantener un embajador ocioso a miles de kilómetros de distancia, por lo que priorizan solamente las relaciones con países vecinos o países que pueden aportarnos algo.

La cooperación económica es lo que justifica las relaciones que los Estados establecen entre si. Generalmente, de un lado de la balanza pesan más los intereses económicos y del otro lado los intereses políticos. Por ejemplo, en la cooperación entre Bolivia y Estados Unidos les vale madres (como dicen en México) a los gringos invertir 150 millones por año, porque los réditos políticos valen más que eso: control sobre el tráfico de drogas, control sobre las Fuerzas Armadas, intervención en la política interna del país, acopio de información para el uso de organismos de inteligencia, etc. En cambio a Bolivia, que no es pobre pero tiene por costumbre vestirse de mendigo, nunca le vienen mal esos milloncitos de dólares, aunque eso signifique a veces bajar la cabeza en muchas cosas. El gobierno del MAS no es de los que baja la cabeza, pero tampoco es de los que, por dignidad, rechaza esa ayuda (aunque cada vez anuncia que lo hará).

Los viajes del presidente al exterior no me asustan como a los incompetentes de PODEMOS. Es cierto que Evo viaja mucho, siguiendo el ejemplo del presidente venezolano, aunque sin tener los recursos (de oratoria o económicos) que tiene Hugo Chávez. Pero a veces es mejor que el presidente vaya de posta en posta por el mundo con la bandera de Bolivia, porque cuando está en el país no logra resolver los principales problemas que nos aquejan: la división interna entre bolivianos, la polarización política exacerbada y la falta de institucionalidad. Y no digo nada de la economía, pues esta funciona milagrosamente bien, muy a pesar de la ausencia de una conducción inteligente desde el gobierno.

Alfonso Gumucio D. (tomado de Bolpress)

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