A propósito de las encuestas XI y XII

El diálogo no prosperó (ni siquiera el auspiciado por semejante organismo como es la OEA). Los visitantes de este blog fueron bastante pesimistas al respecto: no podía haber diálogo en Bolivia. Es necesario, sin embargo, recordar que el diálogo no sólo es entre el gobierno y la oposición sino también entre todos los actores del acontecer nacional, como ciudadanos de este país y como futuras víctimas de lo que se venga a dar (¿otro mes negro?): nadie está dispuesto a ceder y por esa testarudez se han precipitado todo tipo de decisiones, cual más peligrosa que la otra. El diálogo se puede dar, siempre que los que vayan a dialogar tengan como objetivo ese simple hecho y no el negociado de consciencias o votos de futuras elecciones.

Y, respecto a la autonomía (que ya se sabe ganó en un referendo pasado pero que sigue siendo utilizado como si fuera el repris de la misma, para asegurarse que algunos se queden con su autonosuya ya que autonomía no tendrá nadies), está visto que somos todos los que tenemos que decidir. No lo hace Evo, ni Costas & Co. ni lo hace cualquier ciudadano que se sienta capaz de hacerlo. Las autonomías son un logro del pueblo boliviano en su conjunto (no de Evo ni de Costas & Co. ni de algunos irreverentes que se la arroban para sí solos) y su cumplimiento debe llevarse a cabo tan pronto exista una nueva Constitución para el país. Quizás el problema sea cómo llevarla a cabo ya que las maneras actuales (Oficialismo y Oposición) parecen no convencer a su pueblo; pero, claro esa es la democracia y se la practica hasta en el hogar: la mayoría manda en una familia y no lo que los hijos más llorones pidan. De lo que hay que estar seguro es de no dar preferencias a ninguno de los hijos sino pensar en la familia en su conjunto; algo que dista mucho de suceder entre los bandos en cuestión.