El rostro de cruda violencia que ha tomado la escalada subversiva en Bolivia vísperas del refrendo revocatorio ha costado ya derramamiento de sangre de trabajadores e impedido el desplazamiento del presidente Evo Morales a importantes actividades de su agenda en las republiquetas sediciosas. Al habitual desafío al orden constitucional y a la investidura presidencial de los prefectos separatistas y sus grupos de choque fascistas se han sumado ahora protestas de segmentos populares, de cuyos líderes, especialmente los de la Confederación Obrera Boliviana, cabe sospechar motivaciones mucho más ominosas que el infantilismo de izquierda. En rigor, su aliento a la violencia y al sabotaje dinamitero hacen parte objetivamente del plan desestabilizador del imperialismo en uno de los momentos más definitorios de la historia boliviana.
Es demasiado importante lo que está en juego en la crispante confrontación de estos días entre la elite oligárquica y el pueblo, pues los resultados del referendo revocatorio del próximo domingo podrían inclinar decisivamente en favor del proceso de transformaciones encabezado por Evo Morales el empate técnico existente en la correlación de fuerzas políticas. Tal desenlace implicaría un duro golpe a los planes del imperialismo yanqui en América Latina, que buscan destruir a toda costa los principales bastiones de la corriente emancipadora que amenaza con quebrar su hegemonía en la región. Bolivia es uno de esos bastiones por el vigor de su movimiento indígena-popular, las realizaciones del gobierno de Evo y su talento, entrega y prestigio. A consecuencia de la crisis de legitimidad de los partidos y caciques de la oligarquía, Estados Unidos sólo ha encontrado cartas fuertes que jugar contra el presidente constitucional en el separatismo, el racismo y el regionalismo, enarbolados por una mayoría de prefectos departamentales y los llamados comités cívicos, reductos del colonialismo latifundista interno, de irritantes privilegios, del odio a los indios y del neoliberalismo. Y es que entre ellos no existe personero ni organización política que pueda, siquiera a mediano plazo, ganar una elección nacional a Evo Morales y al Movimiento al Socialismo.
Así pues, Washington no tiene más alternativa para recuperar su control sobre Bolivia y sus recursos naturales que la subversión desembozada, como se ha comprobado hasta la saciedad en el accionar ilegal y sedicioso de los prefectos. Pero cuando vio la inminente amenaza de victoria popular en el referendo decidió acelerar la marcha de las acciones desestabilizadoras con el objetivo inmediato, aunque no único, de impedirlo o empañar gravemente su celebración en abierto desacato a la institucionalidad democrática. Desde hace aproximadamente un mes trascendió que la embajada de Estados Unidos recomendó a los seis prefectos sediciosos no someterse a la consulta, pues conocía por encuestas propias que la mayoría de ellos, su grupo de choque insustituible contra el proyecto trasformador, perderían sus cargos si eran sujetos al veredicto de las urnas, mientras el presidente Evo Morales y su vice Álvaro García Linera conservarían los suyos con una copiosa votación.
El plan yanqui ha acudido a un despliegue inusitado del poder económico, mediático, cultural y coercitivo casi intacto de la oligarquía y a sus testaferros en el aparato del Estado para tronchar la celebración del referendo con continuos pretextos legaloides y mentiras combinados con peligrosas provocaciones de corte fascista, que si no han logrado desencadenar una contienda civil es gracias a los nervios de acero de que han hecho gala Evo, su equipo de gobierno y los movimientos sociales.
Evo y el movimiento indígena-popular boliviano han dictado ya cátedra en el arte de vencer por vía política a una derecha rabiosa como pocas y pueden movilizar multitudes a las calles si fuera necesario. Merecen confianza y toda la solidaridad en esta hora crítica.
Ángel Guerra Cabrera - La Jornada
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ReplyDeleteReflexiones a los compatriotas
Revisando pasajes de las payasadas del revocatorio e imaginando otros, froté hojas de sardonia en la cara, para deformar mi adusto semblante en mueca de risa, llorosa por dentro. Es rito pertinente que celebro un día después de un insólito cumpleaños de la patria: el Presidente tachado del programa de festejos de la capital de la nación, cuyo momento cumbre -su discurso anual ante el Congreso en la Casa de la Libertad- era casi una tradición democrática.
El Primer Mandatario fue raleado de Sucre, afrenta que tal vez atribuirá a conmiseraciones étnicas, mientras se desconoce al momento la retruca que planifican sus asesores. Vaticino discurso en Palacio Quemado, con humadas y parafernalia indígena que urdirán el canciller Choquehuanca y sus asesores de filmes viejos de Hollywood. Les irá bien con los reporteros foráneos que se impresionan con lo étnico. No creo que acompañen al "D"Artagnan" Evo en su peculiar trance, "Porthos" Chávez, "Aramis" Correa y "Athos" Ortega, trío de mosqueteros del socialismo del siglo 21. Tampoco la "reina Ana", Cristina Fernández, menos todavía el coco, el "cardenal Richelieu" Bush.
El pueblo tuvo el tino de frustrarlo, pero todo empezó con el estupro de constitución perpetrado por montoneros seguros de ganar mayoría de 2/3 de constituyentes. En la preñez ocurrieron males antidemocráticos de amenazas verbales por aquí, vigilias agresivas por allá, celadas arteras por acullá. En el plazo que natura y ley establecían no alumbró la criatura. Acudieron los yatiris sahumadores de humo lacrimógeno y los aborteros con fórceps de encerronas en cuarteles y recintos resguardados en Sucre y Oruro. La guagua nació malformada y afeada de chichones, ocasionando flatulencia en el país, y más temprano que tarde acarreando achaques neurológicos.
El engendro de La Glorieta propició una epidemia de "referenditis" en el país, enfermedad inexistente como figura legal en la Constitución actual, única vigente hasta que el autócrata cocalero fuerce la suya. Antes que tal engendro fuera impuesto al pueblo boliviano, las regiones adelantaron referendos para ratificar la voluntad autonómica, y corcovear el centralismo del poder político desde una sede de gobierno también forzada.
Un comentarista deportivo describiría la situación como un partido de fútbol donde el resultado fue contundente: Regiones 5, Evo 0. La chicanería y petrodólares del régimen, y la sandez de la oposición, gestaron un alargue. Primero aplacando a veedores y guardianes del orden. Luego se dio cuerda a un monigote de referí. ¿Se compraron a la preferencia opositora para aprobar un cambio de reglas y darle tiro de esquina al equipo de Evo Morales?
El tiro de esquina es el referéndum revocatorio, con reglas de juego torcidas, un padrón electoral clonado para tener más de medio millón de votos amañados y un aparato de propaganda nunca visto, para un gol olímpico de Evo Morales. Como el gol de la mano de Dios de Maradona, sería resaltado por los medios extranjeros, los corifeos del régimen dentro y fuera del país, y la plebe del sector de popular de la tribuna, a la que el gobierno reparte arepas venezolanas para comprarla. Sus estridencias opacarían los goles de las regiones autonómicas.
El efecto será engrillar en guerra boba de trincheras irreductibles, a un país dividido por un gobierno con ilusas pretensiones antidemocráticas, siendo que la mayoría de los bolivianos cifraron esperanzas de cambio en el, no odio ni escisión del país. ¿Será hasta que una chispa encienda la pira fratricida?
En vez de atender problemas penosos como la inflación, el desempleo, la emigración y el despilfarro, Evo Morales está empeñado en profundizar el modelo socialista, imitando a una Cuba muerta de hambre y a la Venezuela dispendiosa, corrupta e insegura. Cabe preguntarle: ¿cuántos años cree que durará su cuarto de hora en la historia boliviana?
Reflexionen compatriotas. Cito a un acucioso analista recordando que las naciones exitosas tienen éxito porque en vez de aislarse de la globalización integran sus economías a las cadenas internacionales de producción; en vez de culpar a los países desarrollados por su pobreza les exportan bienes y servicios; en vez de hundirse en la mediocridad del negativismo, toman el timón de sus propios destinos sin esperar limosnas de gobiernos extranjeros.
En el fondo, en el exterior Bolivia es objeto de mofa, porque como dice Manuel Hinds, en los países progresistas el héroe popular, el modelo a emular, es el empresario exitoso, el científico que descubre cosas útiles y las adapta a la producción, el ingeniero que da vida a obras eficientes, el artista que da nombre y alma al país. En Bolivia el héroe es un gobernante que incita el odio entre hermanos, no honra contratos internacionales, malgasta el ahorro interno de los bolivianos, promueve la coca e insulta mordiendo la mano de países que cooperan al nuestro.
Reflexionen compatriotas. ¿Quieren un país del despelote endémico, versión estúpida de la revolución permanente trotskista? Porque mientras arrecian incendios de media docena de conflictos sociales sin resolver, con peligro inminente de una quema general, el régimen promete aumentar la dosis del remedio castro-chavista, que es peor que la enfermedad de falencias en una democracia joven e imperfecta. Hoy se lavan cerebros con propaganda copiosa y mentirosa, mientras se desmantela la institucionalidad del país.
Tenemos un mandatario que alardea del gusto de hacer sufrir a las mujeres y confeso de atropellar las leyes, que luego "arreglan" sus abogados, ¿o mejor dicho, sus "abogánsters"? Solo tontos e ignaros pueden creer que nos llevará al buen gobierno que los bolivianos desean. Por eso, si creemos en la democracia: ¡a no desperdiciar el voto consciente y a votar en el referéndum!
Por: Winston Estremadoiro
Ah, sí. Ese 'señor' 'periodista' 'boliviano' que publica libelos, el 'antropófago' (sic).
ReplyDeleteSaludos changuito, pronto nos librarás de tus achaques.
Las politicas de los U.S.A. fueron crueles durante las dictaduras, como siempre tienen alergia a la izquierda y acaso la derecha dejo algo bueno al país?
ReplyDeleteLo interesante del actual gobierno no es su tendencia de izquierda, más bien es el sentido "indigenista" que no necesariamente debe ser una copia del socialismo europeo. Es la primera vez que los sectores campesinos e indigenas del país toman el poder. Está demás recordar el sentimiento democrático del presidente y su gobierno nacional... La verdadera dictadura se encuentra en los departamentos de la media luna.
Esperemos pronto una "Bolivia-libre" de analfabetismo. Analfabetismo que produce tontos e ignaros.
saludos REbelDe.