Ayer, martes 2 de septiembre, "El Deber", matutino cruceño, editorializa bajo el título "Mujeres y civismo" una cerrada defensa de las mujeres denominadas "cívicas" que, desde la noche del jueves y parte del viernes 29 pasado, procedieron a hacer escándalo y medio en plena Plaza 24 de Septiembre a nombre de la autonomía, la democracia y la libertad.
El editorial, elaborado de forma ligera y sin mayor reclamo que el ácrata derecho de hacer lo que a uno le de la gana, puede en realidad servir para enriquecer antologías dedicadas al escarnio de la mujer, a la justificación del racismo y del delito.
No es la primera vez que supuestas apologías a las mujeres son en realidad un insulto, como esa canción que el día de la mujer muchos medios de comunicación sin criterio emiten y que dice "no hay que comprenderlas, solamente amarlas" como si fuesen misterio insondable y además inútil, por innecesario, de conocer.
Asombrosamente, para Pedro Rivero hijo, probable autor del editorial, el afiebrado ataque de chauvinismo y racismo de las mujeres "cívicas" que dejó pasmada a la población es ejemplo de... ¡civismo! Pero qué trastocados tiene los valores este individuo. Y pensar que tiene el poder y el dinero suficiente como para hacerlos pasar como buenos.
Además, el machista pagado de si mismo, creyendo que hace mucha concesión a las mujeres y así de paso gana sus indulgencias, anota que ellas también pueden alcanzar "las hazañas del varón". ¡Caramba! este varón aún vive en la época de las cavernas y cree que su género es el parámetro de la mujer, salida de su costilla, y por lo tanto el tope máximo al cual puede acceder el género femenino.
"La mujer", de la que habla, en realidad no existe. Las que hay son mujeres específicas, esas son las burguesas, las obreras, las indias, las jóvenes, las viejas, las logieras, las revolucionarias y otras. No se las puede meter a todas en una sola bolsa so pena de realmente denigrarlas. Pero a qué mujeres se refiere el editorialista, pues sólo a las mal llamadas cívicas, instrumento de las logias, a las que busca convertir en epítome de la mujer, lo que es una forma de empobrecer totalmente el concepto.
Alfombrando su texto de puras lisonjas, propias del enamorador oportunista, prepara el terreno para impedir cualquier crítica a las barbaridades que luego suelta. Sin embargo es un deber desenmascararlas. La mujer o el hombre no son por sí solos maravillas andantes, todos y todas tienen mayor o menor potencialidad, desarrollarla depende de acceder a los estímulos positivos necesarios. En el caso de la mujer esto es más difícil aún, porque históricamente estuvo relegada, pero la superación de esquemas arcaicos y el empuje del movimiento femenino nacional y mundial, ha permitido su avance. Aparentemente el editorialista está reconociendo la valía de la mujer, haciendo énfasis en asignarle ciertos atributos, específicamente el "talento, fortaleza y coraje incluso frente a lo imposible" (sic), el problema es que no explica para qué, pero en función de lo visto estos dos días podemos asegurar que es para insultar, para golpear, para denigrar. Qué penosa imagen para las mujeres. "El Deber" nos está pintando un modelo de mujer brutal como al rey del mural del Comité Cívico en versión femenina, poderosa por definición, ruda. ¿No está más bien asignándole disimuladamente a la mujer esquemas varoniles dejando de lado lo que es más propio de ellas, la sensibilidad, la comprensión y otros valores positivos? ¿No es que los maridos ricos, los maridos poderosos, asignan a sus pobres mujeres ricas un rol que se ven obligadas a jugar para darles gusto y de paso sostener su estilo de vida explotador? No en vano este opúsculo machista también se remite al lugar común de ubicar a la mujer casi como propiedad, "de" tal o "de" cual, diciendo "al lado del varón". La mujer de "El Deber" y de los cívicos es usada como carne de cañón para la defensa de los intereses de los poderosos pero envuelta en el manto de los sagrados intereses regionales.
Todo ello sin embargo es sólo una introducción para hacer brotar el racismo, porque luego, de forma curiosa, como si todas las "cívicas" vinieran de afuera, otorga carácter de ciudadanía a las llegadas "que al echar raíces en la cálida tierra grigotana, se nutrieron de nuestros credos, comulgaron con ellos y los hicieron suyos sin condición ni tiempo y con hondo amor y la más absoluta y convincente lealtad, conmovedora hasta para los más insensibles", es decir aquellas mujeres con suficiente dinero como para tener aceptación, o de costumbres y caracteres "aceptables" por ser europeos, o esas que se mimetizaron y dijeron amén a todo, alienadas, desclasadas, oprimidas, que negaron su cultura obedeciendo imposiciones, que asimilaron "nuestros credos", no sabemos exactamente cuáles pero podemos suponer que son los conservadores, chauvinistas y burgueses que los medios empresariales tanto ensalzan. Pero las otras mujeres llegadas de afuera que no entran en ese esquema ¿no valen?, las que mantuvieron sus credos, las que aún sustentan sus costumbres, esas cholas, esas indias, esas obreras que no son misses pero orgullosas pretenden seguir siendo lo que son y que sudan y generan riqueza para otros ¿dónde quedan? ¿peor si son rebeldes? Para El Deber, por su racista modo de ver, esas no tienen cabida, pretenderá expulsarlas seguramente. Sin embargo en el mundo civilizado de hoy se considera natural y humano que la gente tenga derecho a sostener ideas, costumbres, creencias, sin ser discriminada por ello.
Finalmente y de forma cínica el editorial de "El Deber" ensalza el accionar delincuencial del que hicieron gala ese viernes negro esas mujeres poco cívicas, cuando corrompiendo la mentalidad de la juventud, armando gente con chicotes y palos, les llevaron a agredir a quienes haciendo uso de sus derechos decidieron expresarse en la plaza de Santa Cruz. ¿Dónde está la democracia que permite a cualquiera, al margen de sus ideas, poder expresarlas libremente? ¿Pero por qué tanto miedo de una supuesta mayoría frente a una minoría equivocada? ¿Por qué tratar a esa gente de "insolentes", será porque es la nueva cambada que se alza? ¿Por qué prohibirle pisar "nuestras benditas calles", será porque se desea retornar al pasado cuando la cambada no podía circular por donde quisiera? ¿Por qué se asegura que esta es una "clara provocación", acaso a nombre de la libertad y la democracia ya está prohibido pisar la plaza? Lo que está claro es que "El Deber" comulga con lo más retrógrado y cavernario de Santa Cruz, por ejemplo con Percy Fernández que ha prohibido hacer huelgas y marchas a los pobres y a los indios en la plaza y sólo quiere ver "caras lindas" pero se atreve a presentarse como el abanderado de los "valores y principios morales".
Ahora podemos ver que editorialistas como éste corrompen y degeneran el verdadero espíritu cívico que debe procurar que la vida ciudadana se desarrolle en armonía, y no como hacen esas facinerosas y facinerosos que cuentan ahora con la bendición de "El Deber", minorías violentas, agresivas, irrespetuosas, fanáticas, desesperadas, pero alimentadas con mucha plata.
Liborio Salazar
(ASC-Noticias)
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