La lenta e “invisible” tarea de acabar con el analfabetismo en Bolivia está siendo ninguneada por los grandes medios de comunicación que reducen a diminutas “breves” este gigantesco y loable objetivo que para unos pocos es una campaña mediática del gobierno masista pero que para otros muchos, entre ellos miles y miles de personas que han aprendido a escribir y leer, es quizás el aporte más humano y digno que haya emprendido el proceso de cambios liderado por Evo Morales.Encender la luz de la escritura y la lectura a más de 700.000 personas es poner a la alcance en pleno siglo XXI la capacidad de ser libres. Como decía el apóstol de la primera independencia cubana, el poeta José Martí, solo una persona culta puede ser libre.
Quizás por eso, el programa “Yo sí puedo” y sus logros gloriosos es ninguneado por los propietarios de los medios de comunicación privados o simplemente es atacado, ridiculizado e incluso insultado con epítetos racistas y discriminadores por ciertos columnistas de prensa cuyos nombres no quiero recordar.Debido a este hostigamiento invisible, han calado en ciertos segmentos de la sociedad boliviana, cuatro ideas falsas sobre la alfabetización, que es preciso aclarar para aquellos que no saben o no quieren saber.
1.- El programa nacional de alfabetización no es exclusivamente gubernamental.
La participación de los más de 300 municipios de la patria ha sido fundamental. Para los despistados y los que se hacen, solo un tercio de estas alcaldías son masistas. Sin olvidarnos del apoyo clave de una gran pirámide social compuesta por voluntarios, de todo color. Ningunear la alfabetización es hacerlo con todos estos municipios y con todos los voluntarios. Entre ellos, personas tan alejadas del gobierno como los alcaldes de San Matías y Bellavista del departamento de Santa Cruz , que a pesar de su militancia anti masista, fueron, como muchos, lo suficientemente inteligentes como para entender que “regalar luz” a sus vecinos transcendía cualquier nimiedad político-partidaria . Quien ataca miserablemente al programa para darle palo a Evo y cía, también resta méritos y sudor a todos estos hombres y mujeres, comprometidos con sus pueblos y sus habitantes. No se confundan señores “otroficadores”.
2.- La alfabetización no es cosa de cubanos y venezolanos, exclusivamente. Ni un solo ciudadano de estos países hermanos y solidarios ha alfabetizado. Los que trabajan y seguirán trabaja do hasta llegar a la meta de 823.000 personas son actores locales que suman la cifra de 48.000, entre maestros, normalistas, oficiales de ejército, líderes comunales... Entre los apenas 300 funcionarios del Programa Nacional de Alfabetización del Ministerio de Educación y Culturas, trabajan como asesores técnicos e implementadotes del método, una cincuentena de venezolanos y unos 140 cubanos, a los que la historia de Bolivia tendrá que brindar algún día un sentido homenaje como parte de los luchadores que laburaron día a día para acabar con esta lacra que debería haber avergonzado a todos hace muchos años y muchos gobiernos.
3.- El logro de terminar a finales de este año con esta tara (coincidiendo con los 50 años de la revolución cubana que irradió la lucha contra el analfabetismo por todo el mundo) corresponde en gran parte al programa “Yo sí puedo” pero no en exclusividad. Pues es justo reconocer otras iniciativas que en mayor o menor medida han peleado desde sus trincheras particulares. Entre ellas, unas 40 iniciativas con las cuales el gobierno de Evo ha tenido buenas relaciones. Por citar sólo algunas: proyecto Bi-Alfa de quechua-castellano, Naciones Unidas, UNICEF, iglesia evangélica, Fe y Alegría…
4.- Es imposible llegar al analfabetismo cero y nadie “vende” esta idea. El objetivo es colocar a Bolivia por debajo de los standares de la UNESCO, que ponen la barrera por debajo del 4% de la población. Hasta ahora, tres departamentos tienen el orgullo de haber finalizado los deberes. En Oruro, 32.514 ya saben leer y escribir, en Santa Cruz, son 128.780 personas y en Pando, 5.004, algunas de ellas en lenguas originarias. La ciudad de Cochabamba también luce orgullosa su bandera blanca. ¿A quiénes les duele que el pueblo aprenda a leer y escribir? ¿quién puede ser tan miserable para ningunear o atacar este logro que silenciosamente se erige como un legado más de este proceso de cambios y de todos sus protagonistas sean del partido y la ideología que sean? Acabar la tarea y ampliarla con el programa “Yo si puedo… seguir” para dar la oportunidad a todos y todas para seguir siendo más cultos es el próximo trabajo. Les duela o no, caballeritos y damitas.
Quizás por eso, el programa “Yo sí puedo” y sus logros gloriosos es ninguneado por los propietarios de los medios de comunicación privados o simplemente es atacado, ridiculizado e incluso insultado con epítetos racistas y discriminadores por ciertos columnistas de prensa cuyos nombres no quiero recordar.Debido a este hostigamiento invisible, han calado en ciertos segmentos de la sociedad boliviana, cuatro ideas falsas sobre la alfabetización, que es preciso aclarar para aquellos que no saben o no quieren saber.
1.- El programa nacional de alfabetización no es exclusivamente gubernamental.
La participación de los más de 300 municipios de la patria ha sido fundamental. Para los despistados y los que se hacen, solo un tercio de estas alcaldías son masistas. Sin olvidarnos del apoyo clave de una gran pirámide social compuesta por voluntarios, de todo color. Ningunear la alfabetización es hacerlo con todos estos municipios y con todos los voluntarios. Entre ellos, personas tan alejadas del gobierno como los alcaldes de San Matías y Bellavista del departamento de Santa Cruz , que a pesar de su militancia anti masista, fueron, como muchos, lo suficientemente inteligentes como para entender que “regalar luz” a sus vecinos transcendía cualquier nimiedad político-partidaria . Quien ataca miserablemente al programa para darle palo a Evo y cía, también resta méritos y sudor a todos estos hombres y mujeres, comprometidos con sus pueblos y sus habitantes. No se confundan señores “otroficadores”.
2.- La alfabetización no es cosa de cubanos y venezolanos, exclusivamente. Ni un solo ciudadano de estos países hermanos y solidarios ha alfabetizado. Los que trabajan y seguirán trabaja do hasta llegar a la meta de 823.000 personas son actores locales que suman la cifra de 48.000, entre maestros, normalistas, oficiales de ejército, líderes comunales... Entre los apenas 300 funcionarios del Programa Nacional de Alfabetización del Ministerio de Educación y Culturas, trabajan como asesores técnicos e implementadotes del método, una cincuentena de venezolanos y unos 140 cubanos, a los que la historia de Bolivia tendrá que brindar algún día un sentido homenaje como parte de los luchadores que laburaron día a día para acabar con esta lacra que debería haber avergonzado a todos hace muchos años y muchos gobiernos.
3.- El logro de terminar a finales de este año con esta tara (coincidiendo con los 50 años de la revolución cubana que irradió la lucha contra el analfabetismo por todo el mundo) corresponde en gran parte al programa “Yo sí puedo” pero no en exclusividad. Pues es justo reconocer otras iniciativas que en mayor o menor medida han peleado desde sus trincheras particulares. Entre ellas, unas 40 iniciativas con las cuales el gobierno de Evo ha tenido buenas relaciones. Por citar sólo algunas: proyecto Bi-Alfa de quechua-castellano, Naciones Unidas, UNICEF, iglesia evangélica, Fe y Alegría…
4.- Es imposible llegar al analfabetismo cero y nadie “vende” esta idea. El objetivo es colocar a Bolivia por debajo de los standares de la UNESCO, que ponen la barrera por debajo del 4% de la población. Hasta ahora, tres departamentos tienen el orgullo de haber finalizado los deberes. En Oruro, 32.514 ya saben leer y escribir, en Santa Cruz, son 128.780 personas y en Pando, 5.004, algunas de ellas en lenguas originarias. La ciudad de Cochabamba también luce orgullosa su bandera blanca. ¿A quiénes les duele que el pueblo aprenda a leer y escribir? ¿quién puede ser tan miserable para ningunear o atacar este logro que silenciosamente se erige como un legado más de este proceso de cambios y de todos sus protagonistas sean del partido y la ideología que sean? Acabar la tarea y ampliarla con el programa “Yo si puedo… seguir” para dar la oportunidad a todos y todas para seguir siendo más cultos es el próximo trabajo. Les duela o no, caballeritos y damitas.
Es bien capo el Bajo pa que.
ReplyDeleteMe robó la idea jé! por tardona, hace rato que eso merece decirlo, lo hizo con maestría...
Y a mi no me entra en el pecho el orgullo que siento por este logro, eso de dignidad...CARAJO...
Besosos
Rebelde-Vero,
ReplyDeleteNos ganóo a todos, querrás decir. Aunque no al queridísimo Ramón Rocha. Pero como digo, mientras más seamos más mejor y menos pior. Así que, dale y publica tu artículo que aquí también nos encargamos de hacer eco de esa labro incalculable pero pobremente reconocida por nuestros insufribles 'miedos'.
Saludos Rebeldes